Un thriller discreto, elegante y de bajas
temperaturas en el que se alternan el drama, la política y la acción policial.
De eso va Causas y consecuencias, de Robert Redford, quien se pone en escena
como Jim Grant, un abogado viudo que vive apaciblemente en un suburbio con su
pequeña hija hasta que se destapa su antigua identidad, la de Nick Sloan, un ex
terrorista antibelicista buscado desde hace tres décadas por el FBI sospechado
de haber asesinado a un guardia en un golpe bancario. thriller interesante hasta ahí, que gusta, por momentos atrapa, pero que
a los pocos días de haberlo visto, prácticamente olvidamos que alguna vez lo
disfrutamos. Es una cuestión rara esta, porque si se analiza objetivamente se
puede ver que el film es bueno, la historia está bien contada, tienen grandes
actores que hacen un muy buen trabajo interpretativo y trata una temática no
muy conocida por estos pagos, lo que podría resultar interesante.
Entonces,
¿dónde está el problema?Quizás el tema va por el lado de la falta de picante,
de sensaciones más fuertes que hagan al espectador meterse más en la trama, de
momentos memorables de tensión, drama o acción. Básicamente la película trata sobre la
persecución de Nick Sloan (Robert Redford), un ex activista del grupo radical
The Weather Underground que estaba en contra de la guerra en Vietnam y
prácticamente todo lo que representaban las instituciones políticas de los años
sesentas y mediados de los setentas en Estados Unidos. El grupo en el que
militaba en muchas ocasiones optaba por combatir la violencia con más
violencia, y como consecuencia de estos actos en una incursión del grupo
radical, terminó muriendo un inocente guardia de seguridad de un banco.
El
crimen nunca se pudo esclarecer hasta que, a raíz de la entrega voluntaria
de una de las personas que participó del hecho, se desata una fuerte
persecución del FBI apoyada en la información obtenida por un joven
periodista interpretado por Shia LaBeouf. Luego este mismo periodista se dará cuenta
de que no todo es lo que parece. La cantidad y calidad de los personajes fue tan
variada que el efecto producido por la suma de las partes no fue uniforme y de
hecho relegó a roles super secundarios a talentosos intérpretes como Susan
Sarandon, Chris Cooper y Anna Kendrick. Es decir, hubo tantos personajes
desplegados en tan poco tiempo y cantidad de situaciones, que la sensación que
dejó fue de poca potencia. No es un film
que te va a quedar dando vueltas en la cabeza, pero seguramente en el momento
la puedas disfrutar bastante.
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