Por: Mario Castro Cobos.
EL CINE PERUANO Y EL WESTERN. O: ¿QUIÉN TIENE LA PRODUCTO-PISTOLA MÁS GRANDE EN ESTE PUEBLO?
Hay un discurso muy bonito de cambio, en el cine peruano, que en la inmediata superficie todos o casi todos suscribimos. Algunas cosas han cambiado, para mejor, aunque sospecho que en el fondo esto tal vez no gusta a algunos. Es fácil medir quién es quién en esta comarca. Casi a manera de prueba, lanzo esta información para ver de qué está hecha la comunidad cinematográfica peruana. De ciudadanos, o tal vez, más bien, de títeres y de titiriteros.
La pregunta clara y directa: ¿existe entre nosotros gente que se cree con más derechos que los demás? Lo que nos lleva a una nueva pregunta: ¿qué está pasando en el Ministerio de Cultura, por qué se hace de la ley un trozo de soga para saltar? Y hay aún una tercera pregunta, la más sabrosa: ¿quién manda en el Ministerio de Cultura?
La Ley dice que aquellas empresas que tienen compromisos con el Estado (artículo 18 de la ley 26370:http://www.iriartelaw.com/sites/default/files/Ley%2026370%20-%20Ley%20de%20cinematografia%20peruana.pdf) no pueden participar en los concursos. Entonces yo no entiendo porqué el Sr. Pierre Vandoorne (Derecha) , Director de la DAFO (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios) firma, en relación con el Concurso de Distribución de Obras Cinematográficas de Largometraje, la Resolución N· 001-2013-DAFO-DGIA-VMCIC/MC (http://dsiplqhej81sh.cloudfront.net/wp-content/uploads/2013/09/RD_presentados-a-distribución.pdf). Y dice así:
Articulo segundo: Las empresas citadas en el numeral anterior quedan sujetos a los pendientes derivados de sus proyectos ganadores de concursos pasados, convocados por el CONACINE o Ministerio de Cultura. (Izq: escena de El Evangelio de la Carne). El incumplimiento de dichos pendientes acarreara su descalificacion definitiva "Del Concurso Nacional de Distribucion de Obras Cinematograficas de Largomentraje I-2013" mediante comunicacion del jurado.
La ley especifica de manera absolutamente inequívoca quiénes no pueden participar, y el Sr. Vandoorne, violando la ley, los deja participar, y con la cereza de algo más: les pide que cumplan con los pendientes. ¿De risa, verdad? El distinguido funcionario, que está obligado a cumplir con la ley, no la cumple, no la hace cumplir, viola las bases del concurso, y pone un plazo para aquellas empresas que tengan que subsanar algún documento pendiente.(Derecha:Escena de Rocanrol 68). Aquí un subrayado: subsanar no es lo mismo que cumplir con las obligaciones contraídas en concursos pasados; se refiere a que si faltó añadir copia del DNI del representante legal de la empresa o algo por el estilo, resulta subsanable en el plazo de cinco días útiles. Lo cual no es aplicable, y aunque lo fuese -que no es el caso- el plazo ya venció.
Si, como se ve aquí patéticamente claro, la ley no importa la ley, ni importan las bases, no importa violarlas, entonces la pregunta es: ¿qué es lo que importa? ¿tal vez que ciertas personas concursen, y nada más? Parece pues que nada ha cambiado, que dimos la vuelta en redondo, y que todo está igual que antes. ¿Qué ha hecho el cine peruano para merecer esto? Es mal, pésimo, espantoso cine de género. Huele al western más criollo, criollazo, ustedes me entienden. Yo apelo a ciudadanos con sangre en la cara dentro y fuera de la comunidad cinematográfica. Bienvenidos a la reclamación de sus derechos y al cumplimiento de la ley.
Pero cómo pude olvidarlo. ¿Quiénes son los irregularmente favorecidos? Los remito con dulzura a un post anterior:
La ley no es un cuerpo sin espíritu (peruvian cinema, again):
¿Alguien podría explicarme por qué El evangelio de la carne (que se estrenará el 16 o el 17 de octubre; productor: Gustavo Sánchez (A la izq.) y Rocanrol 68 (que se estrenará el 30 de octubre; productora: Nathalie Hendricx (Derecha) están postulando al concurso de distribución de la DAFO (Ex Dicine) cuando ya consiguieron el dinero necesario que les permitirá ser exhibidas? Porque ese concurso, que yo sepa, está hecho para películas que sí necesitan dinero para esos fines particulares, no para otros. La razón de eser de esos fondos es ayudar a la mayor cantidad de películas posibles para que puedan ser exhibidas, así que ¿no es poco elegante, poco solidario, poco razonable, en una palabra, injusto, y claramente inapropiado que esas películas concursen? ¿No hay acaso otras películas que objetivamente sí lo necesitan? Porque, se trata de ayudar en la exhibición de películas que verdaderamente lo requieran, O DE DAR DINERO QUE YA NO NECESITAN a películas que ya lo tienen todo listo?
Ministerio de Cultura, pronúnciese...
¡¡¡BANG!!!
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