Por: Gisella G. Barthé
A Clint Eastwood se lo nota menos eficaz en Jersey
Boys: Persiguiendo la Música que en sus mejores obras.
Eastwood siente amor por el
cine, algo que también profesa por la música. Quizás se pone en juego demasiado
su parsimonia narrativa, donde por momentos se desencanta por cierta obviedad y
falta de crudeza. Pero aún así, se trasluce su profunda pasión, principalmente
en los pasajes musicales. La primera reunión de la banda, cuando se integra Bob Gaudio (compositor de la banda), es mágica. Se
logra transmitir la magnitud de un hecho trascendental. Otro momento, quizás el
más bello de toda la película, es cuando Frankie tiene su regreso
musical luego de un triste acontecimiento en su vida. La interpretación de la
canción “Can´t Take My Eyes Off You”, es de una carga emotiva fulminante,
merito de Eastwood y de John Lloyd Young como Frankie Valli.
Reemplazando los escenarios por sets de filmación que se hacen
evidentes –lo mismo que los excesivos maquillajes y las actuaciones/acentos
excesivamente ampulosos–, dejando casi de lado cualquier contacto profundo con
la realidad –lo que pasa afuera de la interna del grupo apenas se sugiere y
tampoco se muestra una cronología clara y desdramatizando las situaciones de
una manera que solo Eastwood puede hacerlo,
JERSEY BOYS,
una película atonal sin cambios de ritmo, ni narrativos, quizás un
musical sutilmente desafinado termina siendo una película
inusualmente verdadera.
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