Recuerdo que al ver Paraíso, opera prima de ficción de Héctor Gálvez, lo que más me impresionó fue esa sinceridad visual que quiso transmitir sobre un mundo de jóvenes marginales.
En NN, su segundo largo, se narra el punto de vista de un grupo de antropólogos forenses que, de la mano de Paul Vega, descubren el cadáver de un hombre en una fosa clandestina, y donde solo se encuentra una fotografía de una mujer. De ahí empezaría esta historia fantasmal, de búsquedas, que me transmitiría falsedad, todo lo contrario a Paraíso. Aunque cabe rescatar que en los primeros 10 minutos de película se creaba una atmósfera sensible, respetuosa, rodeada de intriga, que penosamente se va dispersando como un globo sin gas en la inmensidad visual.NN se muestra por demás pretenciosa, podría afirmar que es la primera película nacional híbrida narrativamente.

En ese instante cavilo y cuestiono el premio, qué significado tiene leer una propuesta en papel y luego visualizar lo escrito en todo lo contrario, sin matices narrativos, ¿dónde nace el error de esta puesta en escena austera y tan anacrónica? ¿Qué deseaba narrar Gálvez? Ni la falsa seriedad escénica, ni las melodías de Pauchi Sasaki, logran engranar este filme. Aunque quizás, lo más rescatable de esta película es la atmósfera visual que sabe plasmar Mario Bassino, quizás unos de sus mejores trabajos como director de fotografía.
NN significa sin identidad, no identificable. En una época en el Perú existieron muchos NN, por problemas de índole político social. Quizás Gálvez quería reestructurar su documental codirigido Lucanamarca, finalmente solo pude percibir una película arrítmica y vacía.
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