Por : Uniòn de Cineastas Peruanos (UÇP) - 01-01-2014.
Ante la llegada del 2014, la Unión de Cineastas Peruanos (UCP) extiende un saludo cordial a toda la comunidad cinematográfica y cultural, y considera oportuno realizar un balance y una reflexión de lo que ha significado el 2013, avizorando lo que será el nuevo año y los venideros para la cinematografía nacional.
El primer aspecto a destacar es la gran cantidad de estrenos peruanos a lo largo del 2013, que aproximadamente suman cuarenta largometrajes, tanto en circuitos tradicionales como en independientes y alternativos, incluyendo por supuesto las exhibidas en las regiones. Producciones de diferentes tipos y características, sean documentales y ficciones, experimentales, comerciales, autorales, de género, etc., hechas por realizadores experimentados y debutantes, que manifiestan la riqueza, complejidad y diversidad de nuestra cinematografía, imprescindible para constituir una industria amplia y consolidada, por la que bregamos muchos cineastas con tanta pasión en los últimos años. Diversidad que se expresó también en la publicación de valiosos libros de cine de autores y editoriales nacionales, que han enriquecido la cultura cinematográfica y en especial el acervo del cine peruano, y la ampliación de espacios para la exhibición cultural, con la multiplicidad de festivales y muestras en todo el país de alcance internacional, que han contado por primera vez con el apoyo económico del Ministerio de Cultura.
Taquillas y jaloneos
Lo más significativo ha sido el reencuentro del cine peruano con su público natural, que en uno de
sus estrenos comerciales tuvo al mayor éxito de taquilla del 2013, superando incluso a los tanques de Hollywood que desde hace años monopolizan la pantalla. Sin embargo, no faltaron quienes valiéndose del suceso de esa cinta y de otras de similares características y recaudaciones, han querido descalificar la necesidad de leyes de promoción y fondos de apoyo al cine nacional, arguyendo que las películas, al ser productos con finalidad comercial, deberían regirse bajo las mismas normas que operan para todos, según la ley del mercado.
Bajo ese criterio, que contradice el avance en cuanto a promoción de las industrias culturales en el mundo, el cine peruano debería reducirse sólo a fórmulas comerciales de probada eficacia, renegando de la diversidad y complejidad del cine entendido también como un producto cultural. Pero lo cierto es que, fuera de esos éxitos de taquilla, otros estrenos peruanos no tan masivos nuevamente sufrieron contratiempos con algunas empresas exhibidoras, afectando su difusión, ante lo cual el Ministerio de Cultura prefirió mantenerse de perfil.
La ley esquiva
Todo lo cual vuelve a poner sobre el tapete la necesidad de una nueva legislación cinematográfica en el Perú, que aborde, entre otros temas, una salvaguarda para que las películas nacionales
puedan acceder a las salas en el país sin pedir permiso ni mendigar favores. Como se sabe, hace más de un año, en mayo del 2012, se concluyó un proyecto de nueva ley, elaborado por los gremios cinematográficos en conjunto y el Ministerio de Cultura. Este proyecto de ley, como parte de su validación con la comunidad cinematográfica fue largamente discutido y consensuado con representantes de las empresas distribuidoras y exhibidoras, llegando inclusive a darse a conocer a la opinión pública.
Esta propuesta de Ley para el Cine peruano, a diferencia de la actual, restringida a los concursos, busca ser amplia e integral, abarcando la problemática del cine desde sus múltiples dimensiones: expresión artística, patrimonio cultural, medio de comunicación, proceso industrial, actividad comercial, elemento de identidad local y nacional; y apostando a la descentralización y a la proyección internacional de nuestras producciones. Lo que resta ahora es que, tras el prolongado tiempo tomado por los asesores legales y funcionarios del Ministerio de Cultura para revisar el texto y plantear sus observaciones y modificatorias, le den por fin pase a la propuesta, tal como lo anunció la propia ministra del sector, para que pueda llegar, antes que acabe este gobierno, a ser debatido y eventualmente aprobado por el Legislativo. En este punto, en la UCP creemos que es responsabilidad de los gremios involucrados en la construcción del proyecto de ley, realizar la incidencia debida para que alcance en la brevedad del tiempo posible su promulgación.
Locación Ministerio
Lamentablemente, a pesar de las promesas, el gobierno actual, al igual que los anteriores, sigue considerando a la cultura como la última rueda del coche, no sólo a nivel presupuestal, sino en cuanto a su importancia social, identitaria y como industria cultural sustentable, y por eso la institución rectora en el tema anda sin rumbo claro, con unos lineamientos de política cultural que resultaron un saludo a la bandera, sin mayor concreción práctica, con ministros y viceministros que han dejado bastante que desear, y una estructura burocrática crecientemente rígida y centralista, que pretende desconocer las particulares características del trabajo en el campo artístico y cultural. Se trata de un Ministerio largamente reclamado por el sector artístico y cultural para salir del viejo y patrimonialista del viejo INC.
Sin embargo, el espíritu del INC parece seguir vigente, a juzgar por los cambios aprobados en el 2013 en el Reglamento de Organización y Funciones (ROF), donde las Industrias Culturales y Artes, a nivel de organigrama, pasan de significar el 20% que era antes, al 14% del número de direcciones generales del Ministerio, y de ser un tercio a un quinto dentro del Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, lo que sin duda tendrá graves repercusiones en el reparto del presupuesto y en el nivel de decisiones en la estructura ministerial en los próximos años.
Otro cambio significativo del nuevo ROF fue la creación de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) en reemplazo de la Dirección de Industrias Culturales, que había asumido las funciones que la Ley 26370 asignaba al otrora Consejo Nacional de Cinematografía (CONACINE). Y más allá de la significativa omisión al término cinematográfico, pese a que su labor se centra en ese sector, lo cierto es que los niveles de decisión en esa oficina son limitados dentro de la maraña ministerial, más allá de sus esfuerzos y buenas intenciones, como el buen tino de revisar lo actuado en el manejo de la Ley 26370 y la entrega de las ayudas económicas en los últimos años, para deslindar cualquier sombra de duda sobre el uso de los recursos públicos.
La realización de los concursos cinematográficos organizados por el Ministerio de Cultura tuvo en el 2013 una trayectoria impredecible y azarosa, con la incertidumbre de si se convocaban o no. Los premios de los concursos del 2012 terminaron de pagarse recién a mediados del 2013, luego de que la propia institución se enredase con propuestas insostenibles como la exigencia de una carta fianza para las empresas ganadoras, lo que finalmente tuvo que ser desestimado. Ese retraso originó la demora de las convocatorias, que inicialmente se limitaron a tres concursos (gestión cultural, distribución de largometrajes, obras experimentales), lanzados al término del primer semestre, y que se complementó finalmente con un paquete de seis concursos simultáneos más, desarrollados contra el reloj en los últimos tres meses del año, y con recursos de la Dirección Regional del Cusco, otorgando a las empresas productoras plazos muy breves para preparar los expedientes y participar en condiciones adecuadas de competencia.
De este modo, en el Ministerio se perfila un estilo burocrático que podría entorpecer a futuro la promoción cinematográfica, uno de los pilares sobre la cual descansa la ley, convirtiendo los concursos prácticamente en licitaciones de obras de cemento, sin considerar plenamente el carácter particular de la creación artística. Si bien es cierto coincidimos en que el Estado debe garantizar el gasto correcto de los presupuestos que asigna hacia la cinematografía, creemos a la vez que es posible evitarse entrampar el proceso en medio de una maraña legal, como se puede ver expresada en las actuales bases, cuyo primer ítem del presupuesto propuesto, por ejemplo, es muy significativo: “Aspectos jurídicos y financieros”.
Es así que, más allá de las promesas y los compromisos verbales de los funcionarios responsables del Ministerio de Cultura, no puede descartarse que estos inconvenientes vuelvan a presentarse en el 2014, y nada garantiza que esta vez el Ministerio de Economía y Finanzas sí cumpla con entregar a tiempo todos los recursos que manda tanto la Ley 26370, como su modificatoria, la 29919, aprobada el 2012 por este gobierno.
En suma, haciendo un balance más sereno sobre lo positivo y negativo que deja para la cinematografía peruana el 2013, no hay duda de que el 2014 será un año significativo en cuanto al movimiento de la producción nacional y su llegada al público, teniendo previsto superar la veintena de estrenos comerciales y seguramente, en general, el medio centenar de largometrajes exhibidos por lo menos una vez en algún punto del país, pero se vislumbra insatisfactorio en cuanto al interés del Estado por desarrollar y consolidar un apoyo integral y sostenido, mejor aún en el marco de una nueva legislación que nos coloque por fin a la altura de las otras cinematografías de la región.
La comunidad
Por otro lado, deseamos que la labor de los gremios cinematográficos se fortalezca en el 2014, que trasciendan a sus comunicados y las redes sociales, materializándose su acción en una real consolidación de la cinematografía nacional. Somos conscientes de que se necesitará persistencia para demandar la propuesta de ley, y aportar de la mejor manera, autónoma y propositivamente, a la actual gestión del ministerio.
Desde la UCP hacemos un llamado a los otros gremios y la comunidad cinematográfica en general para unir voluntades, y de nuestra parte nos comprometemos a impulsar las actividades necesarias con la nueva directiva del gremio, elegida a fines de noviembre, integrada por Gabriel Quispe (presidente), Carlos Marín (vicepresidente), Carla Levi (secretaria), Marta Méndez (vocal) y Efraín Agüero (tesorero). Bajo el espíritu y la presencia de nuestro querido compañero y colega Stefan Kaspar, cuya irreparable pérdida la sentimos en el 2013, así como las de los entrañables Aristóteles Picho y Walter Meza, actor y cineclubista (y también actor), respectivamente, deseamos a la comunidad entera que el 2014 sea de mayor progreso para el cine peruano en su conjunto. Será el mejor homenaje que podrá hacerse a aquellos tres grandes artífices de la cinematografía y la cultura nacionales que partieron prematuramente el año pasado.
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