La trama es de sobra conocida, familia se muda a
casa embrujada, pero a partir de ahí es lo que ya has visto pero mejor. El alto
ritmo se mantiene constante y aunque el guión de Chad y Carey Hayes sufre de
pequeños momentos comerciales en la recta final -se sabe que una secuela está
en camino gracias al éxito de ésta misma-, es bastante sólida en todo lo demás.
Lo que se logra en el film es algo que no muchas películas de horror tienen en
estos últimos tiempos y eso es desarrollo de personajes.
Normalmente, los
protagonistas son meros arquetipos y no podrían preocuparnos menos sus destinos
dentro de la trama, pero en The
Conjuring eso cambia. A lo
largo de las dos horas de duración se puede apreciar los diferentes tonos y
pinceladas que se le otorgan a los principales protagonistas, en este caso, Patrick Wilson y Vera Farmiga por
el lado de la pareja Warren, y a la talentosa Lili Taylor por el lado de los Perron, la familia
abrumada por una entidad maligna.
No hay frescura en el guión, pero sí en la
dirección. Se podrán ver muchos lugares comunes, momentos que no se pueden
evitar porque han quedado inmortalizados en gemas del horror, pero es tarea del
realizador aderezar con su toque mágico un film que de otra manera sería una
copia burda. Como no se le puede escapar a los típicos jump scares, se juega mucho con
ellos, se estira el momentum y el nivel de tensión se lleva a cotas
elevadas. Poco a poco, el grado de actividad paranormal se va elevando hasta el
caótico desenlace, un elaborado exorcismo funesto.
The Conjuring es una película sin trampas, realizada con manos de
artesano por una mente que sabe lo que quiere el público, con los sustos
justos, necesarios y con escenas escalofriantes, es un punto alto en el
subgénero de las casas encantadas y las posesiones demoníacas. Sencillamente es
un legado al horror de la vieja escuela, del cual el director es fanático, un
homenaje alucinante, fresco y entretenido, compuesto con inteligencia y
apuntado a generar un buen mal momento en la sala de cine.
Percy Jackson y el mar de los monstruos
En “Percy Jackson y el mar de los
monstruos”, el joven héroe deberá viajar hasta el mar de los monstruos para
tomar un manto mágico (el vellocino de oro) que tiene como propiedad sanar a
cualquier ser vivo. Esto es necesario, ya que hay un árbol que crea un
escudo de fuerza que protege el campamento de todos los semidioses. El árbol ha
sido envenenado, y si muere, todos los héroes serán vulnerables y eventualmente
serán destruidos. El árbol sagrado además, posee el espíritu de Thalia, hija de
Zeus que dio su vida para salvar a sus amigos.
Al igual que en el filme
anterior, Percy emprende su aventura acompañado de la bella Annabeth, hija de Atenea,
y de su fiel amigo Grover que es un sátiro. Este filme mantiene
la atención y el suspenso durante la mayoría del tiempo; sin embargo, la
historia toma demasiado tiempo para arrancar, por lo que cuando por fin
llegamos a lo más esperado esto se desarrolla en un periodo demasiado corto,
además de que el conflicto más grande se resuelve sumamente rápido.
Sin
embargo, "Percy
Jackson y el Mar de los Monstruos" recuerda a la franquicia de
"Harry Potter", y es que vemos un mundo similar al de aquella saga
protagonizada por Daniel Radcliffe,
pues los semidioses también salen a las calles del "mundo real" y
consiguen lo que se requiere para su nueva misión, lugares que también se
convierten en tiendas especializadas para ellos. Percy Jackson es
un producto que cumple a cabalidad lo que promete, sin buscar trascender
mayormente en la historia del cine, ni aspirar a algún premio. Es una película
honesta dirigida a los jóvenes que buscan aventuras en mundos mágicos, que hoy
al parecer, más que nunca están de moda.