miércoles, 17 de abril de 2013

El cineasta Rafael Zalvidea opina sobre "Asu Mare, la pelìcula".

Por: Rafael Zalvidea (*)

Acabo de ver “A su mare”. La vi en Larcomar, hoy martes 16 de abril, en una función a las 5 y 20 de la tarde y tuve suerte porque no tuve que hacer cola. El cine, sin embargo, estaba casi lleno (y cuando salí ahí sí que no habría conseguido entradas porque ya había una cola gigante esperando entrar) y bueno pues… ¡Salí encantado! Hacía tiempo que no me pasaba esto saliendo de una película y menos aún con una película nacional. Salí contento, con muchas imágenes dándome aún vueltas por la mente. La película, para empezar, es única, irrepetible. Primero porque Carlitos es también único e irrepetible, como su película, tan personal y, acerca de ella, me gustaría compartir con ustedes algunos comentarios.

Antes de verla ya había hecho una apuesta con un amigo director de cine, de que esta película iba a superar con creces el record de taquilla de una película nacional (creo que el de “Pantaleón y las visitadoras”, pero no estoy seguro) y, ahora que ya le he visto, estoy más convencido que nunca que así será y me alegra infinitamente por Carlos Alcántara porque se lo merece. Fui con mi hijo de quince años y no paró de reírse y yo, que le llevó cincuenta años, igual: una risa tras otra. ¿Qué es lo qué me gustó? Todo, pero sobretodo como Carlitos se burla de si mismo y de nuestra sociedad limeña, tan clasista, tan racista, tan compleja… y sin embargo no hay ni una pizca de “resentimiento social” en su burla.


Éste es quizás el mayor acierto de la película: su personaje (pero también él, ya que se trata de su propia vida) no peca jamás, ni en los momentos más duros, de buscar la excusa más recurrente: la de echarle la culpa a otros de tus propios fracasos por salir adelante, ni mucho menos de tenerle envidia a los que ya lo lograron, ya sea por su propio esfuerzo o porque simplemente siempre, desde que nacieron, la tuvieron fácil por haberse criado entre los favorecidos. Ya sólo este detalle basta para explicar muchas cosas: todo el mundo que la vea se va a sentir a gusto: tanto el del barrio de Mirones, en Breña (el de Carlos cuando era niño y hasta joven) como el de Miraflores (que fue dónde la vi y todo el mundo no paró de reírse ni de sentirse a gusto). Mi amigo cineasta sostiene que su éxito se debe hasta ahora por el inmenso auspicio con el que cuenta, pero que dentro de poco, una vez pasado el efecto del marketing con el que fue lanzada, la película se caerá. No lo creo. Por las razones que acabo de mencionar. Pienso que al contrario, el “boca a boca” hará que, conforme pase en tiempo, aún más gente vaya a verla.

Lo único triste de todo esto son las apresuradas conclusiones que algunos ha deducido a partir de este cantado éxito: que “éste es el cine que deberíamos hacer” y, más arbitrario todavía, que “el cine peruano no necesita de apoyo del estado cuando tan sólo basta que hacer una película como ésta”. Para la primera conclusión no estoy de acuerdo porque el cine no sólo se trata de entretenimiento y dos porque una película como “A su mare” es tan excepcional, por no decir única, que su éxito ni el propio Carlos Alcántara lo podrá repetir: se trata de la golondrina que no basta para hacernos un verano.

Y bueno, aquí se acabaron mis comentarios. Esperaré los tuyos con gran expectativa.


(*) Es cineasta y profesor de cine en la Universidad de Lima. 



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