Una película de 45 min que el director Cordobés Germán
Scelso (Izquierda) crea una
relación con Jordi, un perturbado barcelonés,
malformado, que vive del subsidio estatal por incapacidad física, pero que
ejerce el limosneo agresivo por el simple gusto de esquilmar al prójimo. No hay
un ímpetu contemplativo en este cine, ni de obsersvaciòn . Scelso recurre a la
acción directa, al entrometimiento desfachatado en el encuadre y en el oscuro
eje de Jordi, rompiendo todo código ético y preconcebido con el objeto
documental. Manipular con una moneda de
un euro, creando una amistad entre director y personaje manipulándolo, sacando
lo peor de él y purificando al director así resumiría El modelo, que finalmente
lo que busca el director es La contravención de la ética
funciona como bisagra entre la realidad y el espectador. “La idea de que es
posible grabar cualquier cosa, va enseñándote tus límites, tu ética”. Scelso pone así en escena un pacto complicado a tres bandas:
el protagonista cree que no está siendo grabado, pero tanto el director como el
espectador saben que sí; un pacto que acaba con la placidez de cualquier
narración para convertirla en un acto de violencia en dos sentidos: hacia el
protagonista y hacia el espectador.
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