Los ilusos , de
Jonás Trueba . (España).
El joven director define este trabajo como "una
película sobre el deseo de hacer cine, o sobre lo que hacen algunos cineastas
cuando no hacen cine; sobre perder el tiempo y el tiempo perdido; sobre
conversaciones, borracheras, comidas y rutinas; sobre los paseos al salir del
cine; sobre estar enamorado; sobre estar solo y estar con amigos, construyendo
futuros recuerdos para una película futura". Golpeando las diferentes
fórmulas existentes de hacer cine, "Los ilusos" es una película
experimental hecha por gente que tenía ganas de hacer cine y que convierte
Madrid en un escenario cinematográfico. Una película cuyo discurso se arma a
través de especulaciones, demostrando que las circunstancias cotidianas,
habladas de manera normal, también es cine.
Un ensayo fílmico que durante 93 minutos
invita al espectador a reflexionar sobre el paso del tiempo, el transcurso de
la vida, tomando como ejemplo el rodaje de una película de entretiempo que no
depende de nada ni de nadie. Realizada en los huecos de agenda que los actores
e integrantes del equipo tenían, "Los ilusos" se completa tras varios
meses de trabajo sin planes de rodaje concreto y sin haberla escrito
previamente.
Arraianos , de Eloy Enciso. (España).
Se
puede resumir su habilidad para integrar en el relato cinematográfico a una
comunidad rural, cuya memoria, tradición oral y formas de vida perviven y
dialogan con el presente. Arraianos’ (palabra gallega que se podría traducir como ‘fronterizos’) se
presenta como “el retrato de una comunidad rural en su obstinada resistencia a
desaparecer”. Sus habitantes viven su día a día e interpretan su
propia vida mezclada con diálogos de ‘O bosque’, una obra del escritor Marinhas del Valle.
“Realidad, mitos y sueños se confunden, al tiempo que aparece un extraño
anunciando una profecía.
En este
sentido, la identidad geográfica a la que hace referencia el título (los
arraianos, habitantes de la frontera galaico-portuguesa) es un pretexto para
hacer un film fronterizo
en el sentido de la dualidad entre realidad
e imaginación: lo que se imprime en la memoria como una mezcla
de realidad y la construcción mítica de esa realidad”.
EL
DIRECTOR DIJO:“Quería hacer una película de frontera y en la frontera. Una
película en la que se pudiese escuchar y tocar el idioma como nunca antes en el
cine gallego y que me permitiese radiografiar esa dualidad identitaria que
encarnan las dos mujeres que abren la cinta, entre el existencialismo y el
descreimiento. Retratar el silencio, el verde, la humedad, la superstición, la
maldición de la lluvia, el trabajo, la relación entre el hombre y el animal”.
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