Es un evidente mecanismo de racionalización disertar
acerca de una película en particular, y el influjo objetivo en base a
referencias puntuales y a una cognición o información precisa colinda con un
flujo subjetivo inexorable en base a prejuicios cognitivos y peculiaridades
psíquicas.
“Locos de amor” es un producto predestinado a ser un
estallido taquillero:
Tenemos por un lado el acabado límpido respecto a lo
técnico que es propio de “Tondero” y a un grupo de actores y actrices que
bordean la factura interpretativa estándar y que son garantías comerciales por
ser arquetipos de catálogo, y por otro lado un valor agregado respecto a la
inclusión de canciones muy conocidas, es decir, baladas de antaño que fungen de
prolongaciones literotextuales y metatextuales, y que se circunscriben en el
género denominado comedia romántica musical, dicho también un género
explotativo que afianza más o menos un carisma estético de pulso firme.
Modelos o paradigmas estilísticos para la concepción de
este eufemismo fílmico : “Grease” de Randal Kleiser, “Everyone Says I Love You”
de Woody Allen, “La Vida Es Una Canción” de Alain Resnais y “Mamma Mía” de Phyllida
Lloyd.
El elenco es básicamente cumplidor, con énfasis histriónico
en Lorena Caravedo, Carlos Carlín, Gianella Neyra y Jimena Lindo, y con énfasis
musical en Rossana Fernández Maldonado, y el sonido y la musicalidad son casi
impecables; entonces tenemos un fórceps conceptual que exhorta a un espectador analítico
a que infiera que aunque la película no trasciende resulta un entretenimiento
aceptable.
Por: Alberto Angulo Chumasero.
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