Carburo y acedera
(Karbid und Sauerampfer)
Frank Beyer, b/n, 85 min., 1963
DEFA, RDA
Una roadmovie que se desarrolla sobre los canales y rios alemanes, durante los primeros meses de la Zona de Ocupación Soviética, que se convertirá más tarde en la República Democrática Alemana. Kalle Blücher, un obrero, debe llevar siete barriles de carburo desde Wittenberge, en Brandeburgo, hasta Dresde, en Sajonia. No dispone de un vehículo para hacerlo, y su viaje se transformará en una disparatada odisea. Frank Beyer, que logró imponer su película CARBURO Y ACEDERA a pesar de los temores de los censores rusos, describió así el espíritu de su obra: "Humor al borde de la catástrofe, ése es el tono que me pareció adecuado para esta película". Cuando se estrenó, en 1963, muchos detalles resultaban aún muy actuales.
Poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en épocas de necesidades e improvisación, Kalle Blücher es enviado por sus colegas de Dresde, en Sajonia, a Wittenberge, en Brandenburgo, para recoger siete barriles de carburo que se necesitan urgentemente para hacer trabajos de soldaduras en una fábrica de cigarrillos destruida. Kalle es vegetariano y, por eso, sus compañeros suponen que tendrá menos dificultades para alimentarse durante el camino. El problema es que Kalle no tiene ni un vehículo ni papeles oficiales que le permitan transportar el carburo de una zona administrativa hacia la otra.
En Wittenberge, Kalle recibe los abollados barriles. Cada uno pesa un quintal, y Kalle los hace rodar uno a uno, para así transportarlos. Sísifo, por lo menos, debía llevar una sola piedra... Pero Kalle encuentra ayuda. La primera que se presenta es Karla, quien se lo lleva en su camión, junto con su carga, hasta su casa y hasta su cama. Para Kalle, un soltero ya maduro, esto significa más que una breve aventura erótica; al final, regresará con ella, pues ambos esperan un hijo. En aquel entonces no puede haber habido más optimismo y alegría.
Kalle paga el siguiente transporte con cigarrillos - otra de las razones por las que sus compañeros lo han elegido es porque no es fumador. Los carteles de las carreteras están escritos en caracteres cirílicos, el Ejército Rojo está presente sólo indirectamente. Pero, pronto, esto cambiará. Kalle se enfrenta al primer peligro cuando, por no haber leído un cartel, se pone a buscar hongos en un campo minado. "El humor al borde del precipicio... al límite de lo aceptable" se hace evidente en esta secuencia, que supuestamente se basa en una experiencia real de Kurt Maetzig, otro director de cine, colega de Frank Beyer. A los conductores del pequeño camión, Kalle "paga" con los hongos recolectados arriesgando inconscientemente la vida, ahora cocidos: el hambre que la gente pasaba en aquel entonces abría muchas y nuevas posibilidades. Entonces, el hombre del carburo es atrapado por los rusos; Kalle había cometido el error de pasar la noche en un pajar en el que los soldados del Ejército Rojo escondían y guardaban "propiedades del ejército": alimentos. Con dos barriles de carburo, Kalle "paga" su puesta en libertad y una licencia de exportación del carburo de un distrito administrativo al otro. Después de otra breve detención - Kalle había intentado atrapar peces haciendo explotar carburo - y un recorrido en camión junto con un cantante oportunista que trabaja para las tropas y una chica sin hogar, Kalle continúa su viaje, ahora en barco, sobre el Elba, el río que entonces separaba el Este del Oeste. En una de las orillas, vigilan (o acechan, dependiendo del punto de vista) los soldados estadounidenses; en la otra, los rusos, y Kalle, sobre su lancha, se desliza en medio de ellos, siempre entre la vida y la muerte. Una secuencia amenazadora que, apoyada por la música, alcanza un grado de comicidad absurda que pocas veces se logró en una película de la DEFA.
Kalle llega a la casa de otra mujer, una viuda que desearía retenerlo tanto para que la ayude en su decadente aserradero como para la cama. Pero nuestro hombre jamás pierde de vista su objetivo, que persigue aunque tenga que viajar en un coche fúnebre, pronunciar un discurso en honor de un difunto y ser arrestado por estraperlista. Cuando llega a Dresde le quedan sólo dos barriles de carburo. Los colegas se los agradecen y Kalle emprende el regreso para reencontrarse con Karla. Un nuevo y accidentado viaje comienza.
Frank Beyer relata "una historia picaresca con mucha comicidad de enredos, que siempre encuentra su punto de partida en lo absurdo de los tiempos", escribió Hans C. Blumenberg en "El cine de la RDA" (Serie Cine 13, Ediciones Hanser, Múnich, 1977) La osadía de CARBURO Y ACEDERA no estaba solamente en el trato desenfadado, tan temido por los censores de la RDA, de los representantes del Ejército Rojo; muchos momentos de esta comedia, que se estrenó en diciembre de 1963, habrán resultado ambiguos para el entonces muy atento público de la RDA, como cuando Kalle dice "Habría que ser un pájaro", al ver a un pájaro picoteando la bosta de un caballo: "Pájaro" se llamaba entonces a aquellos pocos privilegiados que tenían derecho a atravesar el muro construido en 1961 y la frontera minada sin problema alguno. Nadie contradice a la inocente chica que viaja "a dedo" y afirma que quiere ir a Estados Unidos: ¡en 1945 y 1946, aún era posible llegar por carretera! "Todo lo que sube, baja", explica Kalle, mientras hace rodar sus pesados barriles de carburo sobre una empinada subida. Era una época en la que los problemas económicos de la RDA en nada coincidían con la propaganda oficial, que anunciaba un imparable camino hacia arriba. Así de dialéctico podía ser el humor de Frank Beyer.
Hans-Günther Pflaum
INSTITUTO GOETHE, JR. NAZCA 722, JESÚS MARIA, ALT. MINISTERIO DE AGRICULTURA. HORA: 7.30 PM, INGRESO LIBRE.
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