Por: Gisella G. Barthé
Una mezcla sorpresiva de locura en este combate familiar, con mezcla
política, entre la realidad y la ficción que está presente en todo el film, una
mirada de una familia dividida, una batalla de locura, centrándose en una
reportera periodística, madre de dos niñas, separada que tiene que cubrir las
elecciones del 2012 en Francia. Ella deja a cargo de sus hijas un niñero de
poca experiencia, complicándose al presentarse el padre con una carta judicial
que le permite ver a sus hijas ese día.
La batalla de solferino es una cinta de problemática familiar, que
ahonda la irresponsabilidad la separación, es un esquema político que se
plantea en la puesta en escena. Utilizándose diálogos intensos, desbordantes,
de desesperación. Todo está en desorden en este conflicto familiar de intereses
personales, una madre que no sabe serlo, un padre agresivo que no respeta a sus
hijas y piensa quererlas, erróneamente, un abogado que parece no serlo. Dos
progenitores enfrentados al borde del desborde emocional por tener a sus hijas,
dañándose recíprocamente alegando sus derechos, el hogar es el campo de
batalla. Es una mezcla entre el odio político, inestable, violento,
desiquilibrado, el lenguaje de los votantes y simpatizantes destilan violencia,
a la par de Laetitia y Vicente, ese odio verbal al punto de la sutil agresión
física, por la disputa del amor a sus hijas.Finalmente e irónicamente llega la calma, con intervención de mediadores
como en todo conflicto. El pacto final es el armisticio temporal, un silencio
de esperanza, una película sobresaliente.
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