Sobre la producción : Histeria. (Del fr. hystérie, y este del gr. ὑστέρα, matriz, víscera de la pelvis).
1. f. Med. Enfermedad nerviosa, crónica, más frecuente en la mujer que en el hombre, caracterizada por gran variedad de síntomas, principalmente funcionales, y a veces por ataques convulsivos.
2. f. Estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala. La nueva película de la directora Tanya Wexler se ve y se siente como la clásica pieza del suntuoso periodo victoriano que todos conocemos y queremos, pero el corazón de la película es una historia hilarante, irreverente y sorprendentemente moderna. “Sabíamos que tendríamos que encontrar un tono único,” dice Wexler, “Porque mientras es una historia del siglo XIX, es un tema que aún nos hace sonrojar en el 2011. Lo divertido fue crear un tipo de realidad elegante en la superficie, pero con una hilarante y desenfrenada comedia debajo de ella.”
Establecida en los 1880s, así como la oleada de modernos aparatos e invenciones estaba forjando el mundo como lo conocemos, la cinta cuenta la histórica creación del electrodoméstico líder en ventas que no se atrevía a anunciar su propósito real: el vibrador eléctrico. Lo que emerge es más que una obra divertida y sin pretensiones; Hysteria es una historia de amor luchador y un viaje a una historia oculta, la exploración de la pasión de la mujer y una celebración del espíritu iluminado que siempre a mantenido el progreso humano en movimiento. Con un reparto liderado por la nominada al premio de la Academia Maggie Gyllenhaal (Crazy Heart) y el protagonista masculino Hugh Dancy (My Idiot Brother), el pasado victoriano de la película resuena con cuestiones que aún nos preocupan hoy – sobre actitudes sexuales, hombres y mujeres, y como llevar una vida verdaderamente satisfactoria.
Volviendose Histéricos: El Guión
La chispa de Histeria comenzó con un dato histórico poco conocido: en los 1880s, un Joseph Mortimer Granville, un médico inglés muy estimado, diseñó y patentó el vibrador a baterías. Granville promovió su máquina, conocida como el “Martillo de Granville”, para el alivio de molestias y dolores musculares, pero fue rápidamente llevado al servicio de lo que, en esa época, se consideraba como la única terapia útil para el extendido y notoriamente misterioso desorden femenino conocido como “histeria”. Este tratamiento era un “masaje medicinal” de los órganos femeninos “al punto del paroxismo” que, desde el punto de vista victoriano, era la liberación perfectamente clínica del sistema nervioso, que no debía ser confundido con el placer sexual.
Cuando el productor Tracey Becker (Finding Neverland) escuchó por primera vez la historia de Granville del escritor Howard Gensler, le dio gracia en un inicio, pero luego estuvo inspirada. La noción de un erguido y propio doctor de la época victoriana creando lo que sería el juguete sexual más popular del mundo, sonaba como un punto de inicio ideal para una película moderna. “Pero no podía ser otro biopic empolvado,” Becker ríe. “Tenía que ser una brillante comedia romántica y una historia que se trata mucho más del espíritu de cambio que de la invención del vibrador.”
Becker le llevó la idea a la directora Tanya Wexler, y las dos lo llevaron al equipo de escritores de Stephen Dyer y Jonah Lisa Dyer, quienes habían colaborado con Wexler en películas anteriores. Los Dyers se sumergieron en investigaciones, descubriendo la época del punto culminante de las tradiciones médicas de gusanos y tierra y el shock de lo nuevo – un tiempo en el que los doctores estaban pasando de los tratamientos con sanguijuelas y vapor hacia el entendimiento de la teoría de los gérmenes y la psicología; cuando un mundo de velas y lámparas de gas se comenzaba a iluminar con aparatos eléctricos; y cuando audaces mujeres comenzaron a pelear por el derecho de tomar sus propias decisiones.
En medio de todo esto, descubrieron un extraño capítulo de la medicina del siglo XIX en el que casi un cuarto de la población femenina de Londres fue diagnosticado con “histeria”,un término aplicado a una vasta variedad de desordenes femeninos, incluyendo aquellos misterios como la desdicha, impaciencia, desobediencia, impertinencia, mucho o poco interés en el sexo e incluso el deseo de tener derecho a votar. (Aunque el diagnóstico fue finalmente desechado en los 1950s, aún hoy decimos “¡no te pongas histérica!” como una advertencia a mujeres en el borde.)
Los síntomas de la histeria de cualquier tipo han tenido una escandalosa historia de tratamientos desde los tiempos de los antiguos médicos griegos. Algunas terapias creativas como el “masaje pélvico”, la “manipulación digital”, la equitación y baños para las regiones inferiores fueron aplicadas. Pero en la etapa victoriana, mientras los doctores creían que tenían una epidemia de mujeres locas en sus manos, la práctica del paroxismo estimulante se volvió muy común en Inglaterra, apoyados en la filosofía de que estos tratamientos no eran de naturaleza erótica – al contrario, eres una terapia puramente neurológica. La reacción física que resultaba no podía ser de ninguna manera relacionada a los que sólo debía pasar entre marido y mujer, pero más bien, una liberación médica que permitía que los tóxicos salieran del sistema nervioso.
De hecho, la búsqueda de nuevas maneras para estimular a la mujer llevó a los primeros progenitores del vibrador, y cuando Mortimer Granville inventó su “martillo” él sabía bien que podría ser usado para tratar mujeres con histeria. Cuando los Dyers comenzaron a escribir, ellos se vieron la convencional historia de Granville y decidieron hacer una ficción de su vida y sus relaciones, imaginando una enredadera romántica con las muy diferentes hijas de su jefe, un desastroso síndrome del túnel carpiano, y su mayo conflicto interno: si conformarse con seguridad y éxito o si atreverse a seguir sus convicciones y su corazón.
“El viaje de Mortimer es realmente sobre un hombre que cree en la ciencia moderna, que quiere cambiar la medicina,” explica Stephen, “Pero luego pierde todo eso cuando empieza a tratar a mujeres con histeria, hasta que conoce a la increíble Charlotte Dalrymple, el personaje de Maggie Gyllenhaal. Ella lo fuerza a confrontar aquello con lo que puede o no puede vivir dentro de sus propias acciones.”
Para Mortimer, los riesgos y los premios de encarar las convenciones victorianas se simplifican en su decisión entre las hermanas Dalrymple, cuyos opuestos puntos de vista sobre la femineidad victoriana llevan vida y verso a la historia. “Emily es claramente la victoriana ideal encarnada – sumisa, obediente y exquisitamente bien educada,” nota Stephen. “Charlotte, en el otro lado, es una luchadora apasionada por los derechos de las mujeres, quien utiliza el dinero de su padre para sacar a las mujeres de la pobreza. Es una decisión precisa para Mortimer.”
Charlotte pronto se convierte en la espina de Mortimer – un coqueteo con deliciosos resultados. “Me encanto crear a Charlotte, porque ella es un personaje muy moderno,” dice Jonah Lisa. “Ella realmente cree en la cosas y recuerda a Mortimer que el también creía antes. Ella se mete en su conciencia, y todas las discusiones solo encienden la flama. Es una exasperante, chistosa historia, pero es también una verdadera historia de amor, porque al final, Mortimer se da cuenta de que está dispuesto a sacrificar su vida, su vida perfecta, por Charlotte”.
+“Tanya, Tracey, Jonah Lisa y yo siempre imaginamos un película que se pareciera a Howard’s End en su atención por detalles, pero se parece más a Cuatro Bodas y un Funeral en tono,” explica Stephen. “Y eso es exactamente lo que Tanya comenzó a dirigir”.
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