Es justamente en el sentido de la palabra final del pàrrafo anterior donde me parece concluir la filmografìa de Bergman. Y no es notorio a simple vista porque,por ejemplo en El Toque (Izq: escena del film) hasta hay algùln detalle de humor (La protagonista cambiando sucesivamente de indumentaria ante el espejo del recibidor de su casa) y se trata de una pelìcula sin el menor histrionismo (pese a algunos gestos provenientes en especial del mecànico personaje del arqueòlogo ), conducida con tino, lejos de todo abultamiento de los sentimientos , casi como una crònica de costumbres, centrada en la situaciòn "normal" del adulterio.
Pero es justamente en la reiteraciòn de relaciones interpersonales irresueltas y destructivas donde la larva de una sorda y autèntica desesperaciòn anida y actùa . Sòlo que el sistema de Bergman (Izq), reside en dejar abiertas las situaciones , como si se tratarà de una pesadilla sin principio ni fin. Y asì lo confirma el final màs patètico y conmovedor de todas sus pelìculas: Max Von Sydow , sòlo, en un fangoso camino, va y viene desesperado , reduciendo sus pasos, hasta dejarse caer abatido , mientras la imagen se cuartea y lo difumina hasta desaparecerlo del ecràn (La pasiòn de Ana). Es interesante anotar que el pùblico , que en Lima acudiò en mayor cantidad que lo frecuente cuando se trata de films de Bergman , seguramente atraido por la estrella americana de Moda, se encuentra con un triàngulo amoroso servido de una estructura lineal y dentro de caracteres "realistas" , percibe el mensaje de la convenciòn (adulterio) , pero , cuando aparece la problematizaciòn tipicamente bergmaniana del asunto, cuando ve que el film progresa en la ambiguedad y entrecruzamiento de posibilidades , descartàndose las soluciones arbitrarias y tòpicas, para dirigirse a una intensificaciòn de la duda y lo inestable , lo precario y quebradizo, el espectador es obligado a ejercer su juicio, su entendimiento , a participar en el abandono de las convenciones y a asimilar en alguna forma el malestar propio del film (sòlo un gran film transmite vàlidamente su malestar).
En este sentido sòlo La Mujer Infiel de Chabrol , siendo tan distinta , lograba con naturalidad el mismo efecto: envolver al pùblico en la inquietante convenciòn del adulterio para abandonarlo finalmente ante el misterio, la complejidad , ambiguedad e irreductibilidad a fòrmulas morales de la significaciòn global del film. (Izq: Max Von Sydow). Bergman sigue estando en la mejor de sus formas, aunque nos guste màs La Pasiòn de Ana, el extremo superior de su filmografìa, y continùa en El Toque, esa auscultaciòn dolorosa y lùcida de unos personajes bajo la piel de unos actores amigos que, aunque nunca quede explìcito ni destruya el mundo de ficciòn de los films, aportan su propia problemàtica humana individual , ayudando a esa escalada del cine de Bergman por traducir la puesta en escena en uan verdadera Puesta en Intimidad. Y basta ver a Bibi Anderson en el encuentro del inicio del film con su madre muerta en el hospital para comprender el dominio y la familiaridad del director con su protagonista y la profundidad que a partir de ella consigue de un personaje , radiografiàndolo en esos implacables primeros planos donde la objetividad de la imagen es el reto para que un gran cineasta traspasse la pantalla de verdad bajo la aniquilaciòn de los trucos, los adornos , lo superfluo , y sobre todo , las màscaras del oficio.
(*) Articulo de la revista Hablemos de Cine nº 63, Enero, febrero, marzo 1972.
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