El Crìtico de cine, cinèfilo, y poeta Juan M. Bullita , fue uno de los analistas de cine màs destacados del medio nacional. Lamentablemente falleciò quitàndose la vida a principios de la dècada de los años 90 debido a problemas de indole personal. Sin embargo , su obra intelectual ha quedado en decenas de artìculos publicados en la revista Hablemos de Cine, medio impreso que desde mediados de los años 80 ya no se publica pero que transcribiremos como un modesto homenaje a este intelectual que dejò huella y un gran vaciò en los que pudimos conocer su trabajo . Empezaremos con un interesante artìculo sobre "El Toque" de Ingmar Bergman, uno de los realizadores màs admirados por Juan M. Bullita.
El Toque es la continuaciòn de la direcciòn màs intimista , menos dilatada significativamente y màs intensamente emotiva de la filmografìa de Bergman (Izq), El toque es una variaciòn respecto a La pasiòn de Ana (1969), pelìcula èsta que a su vez prolongaba Verguenza (1968). El tema central de los films citados podrìa ser el de la pareja en el mundo frente a la radical soledad de la individualidad; algo nuevo en Bergman si se revisa con un mìnimo de criterio su filmografìa. Lo nuevo es la orientaciòn expresiva de dichos films, que renuncian a una estructuraciòn narrativa tìpica sin asumir , por un lado las connotaciones culturales simbòlicas de La hora del Lobo (1967), y El rito prohibido (1969), y por otro , el cuestionamiento abierto y global de lo narrativo que asume El Pecado Compartido (Persona, 1965).
El toque es un film que quiebra el ambiente rìtmico que Bergman habìa alcanzado , especialmente en los dos films anteriores a los que ya aludimos para optar por un ritmo màs americano, es decir, un ritmo que atiende a las transiciones y forma de interesar al espectador en la historia . Para justificar tal cambio Bergman varìa la estratificaciòn socio-cultural de los personajes , siendo esta vez Max Von Sydow un profesional (mèdico) en actividad y Bibi Anderson una esposa burguesa que tiene a su cargo la direcciòn domèstica del hogar (se trata de una pareja con hijos menores, a diferencia de las de "Verguenza" y "La pasiòn de Ana"); esto se refuerza por el hecho de que vivan integrados a la ciudad y no aislados en una isla o casa de campo. Pero esta coqueterìa de Bergman con una forma de cine de consumo , concientemente asumida , y no sin ironia, ne los planos que presentan a la protagonista en actividades de ama de casa por ejemplo, queda neutralizada por la persistencia de una problemàtica existencial que proviene de sus anteriores films, y que produce finalmente ese ligero malestar en una obra importante pero con desajustes de estilo.
Los protagonistas tipicamente bergmanianos , la pareja de esposos, son enfrentados a un intruso: Elliot Gould (Izq) , mito americano lanzado por M.A.S.H ,de Robert Altman, y que pese a estar sometido a uno de los directores de actores màs rigurosos de la historia del cine , no supera una monocorde apatìa ,de càracter inexpresivo , que parece serle consustancial. Es precisamente este personajes el màs dèbil de todos, como resultado cinematogràfico ; es el màs construìdo y el màs remoto; el menos espontàneo, familiar y convincente. Al interpretar a un arqueòlogo joven violentamente enamorado de una mujer adulta y casada, pero con grandes dificultades de establecer una relaciòn estable, gratificadora y permanente con ella, el actor da la impresiòn de tener solamente superpuesto a un personaje planteado , demasiado en general, incluso con cierto psicologismo freudiano (hay implicaciones freudianas en las relaciones de muchos otros personajes del cine de Bergman, pero la construcciòn psicològica queda en otros casos muky bien enterrada bajo la conducta del actor); quiero decir que uno percibe claramente que otro actor hubiese podido encarnar el mismo personaje y los resultados no se alterarìan sustancialmente.
En cambio , no hay forma de imaginar los personajes que encarnan Max Von Sydow y Bibi Anderson (Izq) independientemente de ellos como actores (personas) . Esto es muy patente en el caso de Bibi Anderson, cuya neurosis contenida, esa necesidad tensa y agresiva de comunicaciòn , es plenamente suya, desarrollada ya en los personajes de la enfermera en "Persona" y de la esposa del arquitecto en "La Pasiòn de Ana" . Ademàs el film està construìdo sobre el eje femenino , en tal forma que no queda màs que concluir que Bergman ejerce sin descanso una autocrìtica feroz, visible en las figuras masculinas recurrentes en sus ùltimos films; hombres dèbiles y cobardes, perfectos egoìstas, insensibles o sensibilizados en una sola y estrecha direcciòn (es cierto que el esposo de El Toque , aùn asì, no es mitificado por el hecho de ser engañado , ni mucho menos ). Y el feminismo de Bergman es maduro, nada iluso, y contiene en un grado màs estoico la desesperaciòn.
(*) Articulo de la revista Hablemos de Cine nº 63, Enero, febrero, marzo 1972.
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